30.10.07

¿El futro del sionismo?...renovación

Me levanto esta mañana y leo -sin sorpresas pero con dolor- dos artículos. Uno de Daniel Pipes, posteado por Herut, y otro de Tommy Lapid postedo por pacobetis. A cual más duro y real, a cual más descorazonador...Uno más realista y pragmático y otro un poco tendencioso y mal encaminado.

Fuera del pesismismo que encierran los artículos, cualquier lector, y profundamente sionista como yo, se hace eco -con fuerte impacto- de que el Sionismo, el movimiento que devolvió a los judíos una dignidad y una seguridad expoliada y pisoteada desde hace milenios,
necesita una renovación ideológica y doctrinal. No solo me he dado cuenta con el día a día, sino también en mi última visita a Israel. El Sionismo ya no es luchar por conseguir una patria...La patria, pese a las guerras, el terrorismo indiscriminado, los problemas económicos y sociales, está establecida. Ahora hay que defenderla y mantenerla. Ahora hay que evolucionar.

Los tiempos de los pioneros y las heroicidades de las leyendas del Tzahal como Moshé Dayan o Arik Sharon, son historia, pasado.
Sin dejar de mirar atrás, y sin dejar de aprender lo grande que ha sido el Sionismo para los judíos, es necesaria una evolución que situe al mismo Sionismo en un nuevo recoveco político, intelectual e implicativo para los nuevos tiempos. Hay que aprender del pasado, y no vivir en él. Hay que adaptar esos mismos valores y principios, que tan emblemática han hecho a la lucha encarnizada que ha llevado el pueblo judío por su emanciapación, al presente

Los datos que aporta Pipes son muy preocupantes. Avraham Burg, o los judíos antisionistas, como gran amenaza, no deben ser una cuestión baladí para los líderes judíos de Israel y del mundo. Son necesarias, de forma primordial, nuevas campañas de captación y concienciación, de comunicación y de publicidad. Hay que seguir plantando cara a los enemigos tanto interiores como exteriores, y no dejarse ganar ante el derrotismo y la apatía.

Acción. Renovación. Evolución. Sionismo.

9.10.07

40 años de la muerte del Che

Yo, en mi desorientada adolescencia, lucí una camiseta con su rostro. No sabia de él más que dos o tres citas románticas. De lo que ocultan, me enteré después. Menos mal.





Lo más irracional de todo el mito creado en torno a la figura del revolucionario argentino, es cómo se ha consumado uno de los mejores negocios capitalistas de la historia con un icono comunista.

Fue de todo. Menos el héroe liberador que nos contaron. Su revolución cambió en Cuba una dictadura fascista por una dictadura comunista. Lo demás, han sido canciones, camisetas, colgantes, banderas, pins...

5.10.07

Descubriendo al maestro...

Para empezar, pido disculpas -desgraciadamente un hábito ya en mí- por mi inactividad internauta desde hace unas semanas. Trabajo y Universidad me tienen colmado. Aun así, jamás dejaré -espero- de luchar en este frente tan importante y tan ercanizado que es La Red por la defensa de mis ideas, convicciones y pasiones.

El motivo de este post -son varios motivos que se condensan en uno solo- es haber descubierto aspectos, los cuales desconocía, de la vida de mi icono cultural más alto. He escrito infinidad de veces a propósito de mi casi ciega admiración por Gabriel Albiac. Es el intelectual del cual más he aprendido en mi vida, y eso sin haberle conocido o hablado con él. Para mí, es el más -el más- grande escritor que habita por estos lares.

Hoy, en el programa de LDTV, Contemporáneos, el libro hermético y cerrado que han supuesto siempre los aspectos personales de Gabriel Albiac se ha ido abriendo. Cual ranuras de una persiana medio echada al atardecer. Algo que siempre pensé inaudito e improbable, pero que me ha llegado como un gran regalo. Sobre todo, mi deleite ha sido descubrir que pasó parte de su vida -su adolescencia- en mi ciudad, en Málaga. No he cabido de gozo al enterarme. Lo he sentido, si cabe, más cercano a mi esfera.

A los espontáneos o poco conocedores de su persona les recomiendo fervientemente esta entrevista-introspección al peculiar filósofo. Pocos saldrán decepcionados.